Érase una vez en que contábamos cuentos en las Bibliotecas.
Hace mucho tiempo… Los libros se
veían, se tocaban, se olían, se sentían y se leían y nosotros escuchábamos con
atención y nos juntábamos para oírlos… Hasta que llegó un bicho malo que nos
prohibió todo aquello que nos hacía felices...
“Y no quiero ser fatalista” Aunque ahora haya otros medios a mí no me
convencen. Esperemos que todo esto pase y volvamos a juntarnos en las
bibliotecas y los libros sonrían al ser vistos, olidos, tocados, sentidos y leídos con
la emoción de antaño.